En una decisión que marca un punto de inflexión en la relación con el Kremlin, la Unión Europea (UE) ha aprobado hoy un nuevo y drástico paquete de sanciones contra Rusia. La medida, coordinada con el Reino Unido y Estados Unidos, responde a una campaña masiva de ciberataques atribuida a grupos asociados con el GRU (la inteligencia militar rusa) que, durante el último mes, han intentado sabotear centrales eléctricas y redes de agua en varios estados miembros, incluyendo Polonia y los países bálticos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó los ataques como "un acto de agresión híbrida que traspasa todas las líneas rojas".
El nuevo régimen sancionador es el más comprehensivo desde la invasión de Ucrania en 2022. Incluye la prohibición total de importaciones de uranio enriquecido ruso, crucial para las centrales nucleares de varios países de la UE, y la congelación de activos de cuatro grandes bancos estatales rusos que hasta ahora habían escapado a las restricciones. Además, se impone una prohibición de visados a más de 150 oficiales de seguridad y empresas del sector tecnológico rusas acusadas de proporcionar soporte material a los ciberataques.
La decisión no estuvo exenta de fricciones internas. Hungría, cuyo primer ministro Viktor Orbán mantiene una postura tradicionalmente prorrusa, intentó bloquear la medida durante una tensa cumbre extraordinaria, alegando que dañaría la economía europea más que a la rusa. Sin embargo, la abrumadora mayoría de los estados miembros, impulsados por Francia y Alemania, logró superar las objeciones. La OTAN ha emitido un comunicado respaldando plenamente la acción de la UE, advirtiendo que un ciberataque contra un aliado podría activar el Artículo 5 del tratado, lo que eleva significativamente las apuestas geopolíticas.
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